“Con alegría trabajamos junto a Ti
creando y transformando todas las cosas.
Tú nos confías la tierra y, al atardecer,
la encuentras rica de pan y colma de sudor”
Entrevistamos a las hermanas de la comunidad de Albania para que nos expliquen su proceso comunitario de cuidado de las personas y del planeta:
¿Cuál es la situación social y económica de Albania?
La posición geográfica estratégica de Albania, ha influido mucho en la manera de ser y de vivir del pueblo albanés: frontera entre oriente y occidente, invasiones continuas de los vecinos turcos, serbios, italianos, etc., e intercaladas por breves períodos de autonomía. Con todo, ha mantenido siempre una identidad propia, con su lengua, sus tradiciones y su fe.
En 1946 se convirtió en una República Popular con la reconstrucción del país programada y realizada por el Partido Comunista, privada de una auténtica experiencia democrática. El Estado controló los sectores claves de la economía, la escasa industria existente y el comercio exterior e interior, nacionalizó minas y bancos, expropió y distribuyó la tierra, confiscó bienes y propiedades desapareciendo la propiedad privada sobre los medios de producción y se requisaron los productos alimenticios.
En un clima progresivo de gran precariedad dominado por el miedo al futuro y acentuado por la percepción del aislamiento internacional, fueron 50 años de vacío mental y de aniquilamiento de la dignidad y de los derechos humanos más elementales. Especialmente para las mujeres: eran objeto de discriminación y de desigualdad, podían ser compradas y vendidas por los familiares como una mercancía y el nacimiento de una niña era considerado como una desgracia y una pesada carga familiar. Sobre ellas pesaban las normas feudales, las costumbres retrógradas y la religión.
En diciembre del 1991, con las primeras elecciones democráticas, se abrieron las fronteras y la vía democrática, aunque frágil. Se necesitaba tiempo para cambiar la mentalidad, ayuda y mucho apoyo. La mayoría de las familias, antes refugiadas en las montañas viviendo una vida muy dura, bajaron a la llanura buscando fortuna y el Estado dividió las tierras confiscadas por el régimen anterior y repartió pequeños lotes a las familias, ocasionando innumerables conflictos con los antiguos propietarios. Las familias edificaron sus barracas de madera. Tenían muchos hijos y el sustento familiar provenía de una agricultura de subsistencia y de pequeños animales. Y así siguen.
¿Cómo nació vuestra comunidad y cuál es vuestra misión?
Ante esta situación, Mons. Ivan Días, Nuncio Apostólico en Albania declaró que: “La ideología comunista ha privado a la población del dinamismo y de la voluntad de trabajar por la reconstrucción de la propia Patria […] Albania busca amigos sinceros que sostengan el proceso de crecimiento de la democracia, que den una mano sin pensar en la propia ventaja. La Iglesia ha entrado a actuar en este cuadro general desastroso”. Y, en 1992, Cáritas de Italia, invitó a las religiosas, a dedicar un poco de su tiempo a Albania. El 28 de julio de ese año llegaron las primeras hermanas Carmelitas Vedruna a una zona rural, para la promoción humana y la evangelización, siendo signo de esperanza para ayudar a Albania a ser ella misma. Atendíamos cuatro pueblos: Fushë Mamurras, Adriatik, Dukagjin i Ri y Arts Miliska. Comenzamos conociendo la realidad, la lengua, las familias, abriendo dispensario y catequesis y, en una segunda fase, la formación de padres, catequistas, educadoras y monitores jóvenes y abriendo tres escuelas.
Actualmente, la comunidad está formada por tres hermanas: una italiana, una india y una española.
¿Cómo empezó vuestra relación con la tierra?
Como decíamos, las familias, ya en la montaña y después en la llanura, vivían del cultivo del maíz, patatas, puerros, cebollas, ajos y otros y de la crianza de animales domésticos, alguna oveja, cabra, gallinas, patos y cerdo.
En este contexto, las primeras HH compraron un terreno donde edificaron una casa como las otras familias y prepararon un huerto. Aprendieron a cultivarlo con la gente del pueblo. La Hna. Alisa, que era médica, empezó a cultivar plantas medicinales y verduras para la alimentación de la comunidad. Esto hace 28 años.
Fueron descubriendo que el cultivo del huerto era un excelente medio para entrar en comunicación con las mujeres intercambiando espontáneamente productos, enseñando y aprendiendo mutuamente. Las albanesas les daban semillas y plantitas autóctonas y también de medicina natural y las hermanas compartían otras, como calabacín, guisantes, zanahoria, coliflor, que no se conocían, y otras de árboles frutales que aquí no existían, como pera, kiwi, ciruela, uva de mesa etc. que traían de Italia.
Cuando comenzamos la escuela, los niños no traían merienda, y entonces empezamos a plantar árboles para la merienda de los alumnos: ciruelas, manzanas, peras y uvas con las que se elaboraba la mermelada. En verano, hacían y seguimos haciendo conservas para el invierno, cuando no hay verduras: zanahoria, pepino, pimientos, berenjena, como hacen las mujeres del pueblo. En esto hubo y hay un interesante intercambio de saberes.
Cuando teníamos la escuela de Educación Primaria hasta 5º curso, a los alumnos que acababan, con el diploma final se les entregaba una plantita de laurel, de nísperos etc. Y también en el Día de la Mujer se les regalaba una plantita para enriquecer sus huertos.
Hasta el año 2006, no había ningún tipo de flores cultivadas y valoraron mucho las que las hermanas traían de Italia. Ahora todas las familias plantan y embellecen sus casas y jardines.
Actualmente, ¿de qué maneras os parece que cuidáis las personas y el Planeta … desde el enfoque de la ecología integral?
Utilizamos casi exclusivamente agricultura natural y procuramos un uso responsable de productos contaminantes. Y seguimos cuidando la relación y el empoderamiento de las familias. La gente tiene una conciencia de intercambio. Saben cuidar la naturaleza, aunque, en sus casas todavía no están suficientemente mentalizados para la preservación del medio ambiente. Cuando estaban en la montaña lo hacían, pero ahora han entrado en el consumismo.
Los niños, últimamente ya traían su merienda y la norma de la escuela era que, necesariamente había de consistir en productos elaborados en casa.
En la comunidad consumimos alimentos ecológicos, autóctonos y frescos cultivados cerca de nuestra vivienda.
Hace dos años cerró la escuela y seguimos con el proyecto de huerto e intercambio de plantas para el mantenimiento de la comunidad, pero como tenemos muchos árboles, vendemos las frutas de la sobreproducción.
Tenemos dos pozos de agua que nos suministran la suficiente para el consumo y para regar. Procuramos usarla de manera responsable. En verano se secan los pozos superficiales del pueblo, aunque los de más de 30 metros de profundidad se mantienen.
La mujer albanesa tiene un gran deseo de promoción, de cambio, de cultura y, al mismo tiempo, es admirable su esfuerzo y dedicación a la familia y al trabajo en el huerto. Muchas familias salen adelante gracias al trabajo de las mujeres.
Nos estamos concientizando de la importancia de vivir desde una ecología integral pues de ello depende la salud del planeta y de todo lo que existe. Nos sentimos responsables del cuidado de la naturaleza y, desde la pastoral y la educación no formal, sensibilizamos a nuestro pueblo sobre la necesidad del cuidado integral del planeta.
En vuestra zona ¿Cómo se lleva a cabo el reciclaje?
Hace unos años, empezaron la recogida diferenciada para reciclaje, actualmente en la ciudad continúan, pero en el pueblo recogen todo junto en los camiones. Es de notar que, tanto la gente como las Hermanas, reutilizamos toda la materia orgánica para transformarla en compost.
Nosotras cavamos un hueco en la tierra del huerto y vamos depositando los desechos domésticos, hierbas etc. Una vez lleno lo cubrimos con tierra y lo dejamos unos meses hasta la descomposición de la materia orgánica. Obtenido el compost, lo usamos como fertilizante para el huerto y el jardín. Todas las familias reutilizan los residuos orgánicos principalmente las deyecciones animales para transformarlas en fertilizante.
¿Qué les diríais a las Comunidades o familias que se planteen comenzar una experiencia así?
Que sean abiertas al cambio, a lo nuevo, e iniciar con pequeñas cosas. Comenzar una experiencia aquí es difícil como grupo, en el clan familiar existe mayor abertura y posibilidad.
Comunidad Carmelitas de la Caridad Vedruna
de Fushë Mamurras (Albania)
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Huella CO2 y CUIDADO-experiencia cuidado Albania