Progreso y desarrollo, desarrollo y progreso forman un binomio que, para nosotras, son elementos inseparables.

Con frecuencia se habla de desarrollo como la capacidad de innovar, de establecer y utilizar nuevas técnicas que la ciencia y la técnica ponen a nuestro alcance.

Desde este punto de vista, se define una sociedad con un alto grado de desarrollo a aquella con un alto nivel tecnológico aplicable y aplicado a procesos en la movilidad, en las ciencias médicas, en la producción de bienes y servicios.

Pero ese alto grado de desarrollo, no garantiza que la sociedad progrese en su conjunto ni de un modo homogéneo ni tampoco justo y equitativo, porque todas las personas y pueblos, tienen derecho a vivir con dignidad y disfrutar de los frutos del progreso para que haya un verdadero desarrollo social y a gozar libremente de los frutos del progreso social y, por su parte, deben contribuir a él.

Así pues, el desarrollo y el progreso social que aquel debe producir tiene que respetar la dignidad y el valor de cada persona, asegurando los derechos humanos y la justicia social.

No es aceptable el progreso y desarrollo en una sociedad, si es una sociedad desigual, si existe explotación en cualquiera de sus formas, si en esa misma sociedad hay elementos de racismo, de xenofobia o de aporofobia, o si no se reconocen derechos civiles, sociales, políticos, económicos y culturales.

Un verdadero desarrollo debe ser social y para ello debe garantizar a toda persona el derecho a trabajar y a participar en un trabajo productivo y socialmente útil, para contribuir a la generación de bienes y riqueza y a la transformación de la Naturaleza contribuyendo al encargo del Creador.

El progreso y el desarrollo en lo social debe generar condiciones de una auténtica igualdad de derechos para el acceso a los bienes.

Pero a veces pensamos en que se puede dar un progreso y desarrollo ‘decente’ pensando solo en nuestro entorno cercano, en nuestra comunidad local o regional, o incluso en nuestra nación.

Y esto es una visión falsa: si nuestro progreso y desarrollo se construyen sobre las espaldas de personas de países de los que extraemos a precio de saldo los materiales que necesitamos y les mantenemos en un estado de subdesarrollo, nuestro progreso y desarrollo, supuestamente social… ¡nuestro progreso y desarrollo es falso! Porque está construido sobre las espaldas de millones de personas pobres de países mal llamados subdesarrollados.

Un verdadero progreso y desarrollo debe planificarse teniendo en cuenta la diversidad de necesidades de zonas, territorios y personas.

Debe garantizar el empleo y la vivienda asequibles, establecer condiciones de trabajo justas, sin empleos precarios y remuneraciones injustas y perseguir la salud personal y colectiva.

En definitiva, el progreso y desarrollo deber ser social y, para ello, debe mejorar el nivel de vida material, cultural y espiritual de todos los miembros de la sociedad y, en especial, de los más frágiles.

Y en cada nación y en todas las naciones, un verdadero progreso y desarrollo debe eliminar el hambre porque hay comida y bienes para todos, la pobreza, debe mejorar el nivel de vida de todos, en una justa distribución de bienes, protegiendo el derecho a la salud de toda la población de forma gratuita y asegurando el acceso a la educación gratuita a todos los niveles

Un verdadero progreso y desarrollo decente, debe cuidar de las personas que, por vejez, o enfermedad, o invalidez, no pueden ganarse la vida.

Un verdadero desarrollo y progreso, implica el cuidado del planeta, justicia entre todos los pueblos, personas y grupos sociales, especialmente los más vulnerables y las generaciones futuras.

Un desarrollo decente y un progreso que merezca el nombre de tal debería establecer una educación de los jóvenes en ideales de justicia y de paz, de aceptación del otro y de solidaridad. Y ahí es donde debemos y podemos implicarnos todos.

Aunque parezca imposible, es muy fácil colaborar y trabajar para que en nuestro entorno vayamos dando esos pasos. Lo hemos probado desde nuestra sencillez y nuestras limitaciones, y constatamos con alegría que podemos ayudar a que cada vez más personas puedan iniciar y culminar su “viaje a la dignidad”.[

Mª Isabel Molpeceres Oliete, CCV

[1] Itinerario de inserción sociolaboral, para que las personas puedan volver a encontrar su propia dignidad, mediante un proceso personal que los lleva a encontrar un empleo.

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Progreso y desarrollo