Jean Quinn desvela en Madrid las claves del éxito de UNANIMA Internacional, la organización que representa en la ONU a 25 congregaciones femeninas y ha logrado que la Asamblea General adopte un marco común para combatir el sinhogarismo. En este 2024, la ONU podría aprobar un día internacional contra el sinhogarismo, según el compromiso que la religiosa irlandesa acaba de obtener de las más altas instancias de las Naciones Unidas.

 

UNANIMA Internacional confía en conseguir en 2024 la declaración de un día mundial para la erradicación del sinhogarismo. La organización, que representa ante las Naciones Unidas a 25 congregaciones religiosas femeninas, entre ellas Vedruna, ha hecho de esta causa una de sus principales banderas durante el mandato de la actual directora ejecutiva, Jean Quinn, de las Hijas de la Sabiduría.

La religiosa llegó a esta responsabilidad en la ONU con una experiencia acumulada de varios años al frente de Sophia Housing, la organización que fundó en Irlanda en 1997. La entidad fue una de las pioneras en la metodología que se conoce hoy como “housing first”. La teoría del cambio propuesta por Jean Quinn, rompedora entonces, consistía en facilitar una vivienda no como objetivo final, sino como punto de partida de la intervención, junto con diversos apoyos integrales que permitieran romper el círculo vicioso de la exclusión social. Esta es la propuesta que asumen hoy las organizaciones de referencia hoy en el mundo en la lucha contra el sinhogarismo, con el aval de diversas evaluaciones llevadas a cabo en varios países.

El liderazgo de UNANIMA contra el sinhogarismo

Sin desviarse de su foco original, la defensa de niñas, niños y mujeres vulnerables, UNANIMA ha centrado en los últimos años buena parte de sus esfuerzos en esta línea de acción. La elección de Jean Quinn como presidenta del Comité de ONG sobre Desarrollo Social de la ONU ha contribuido a amplificar esos esfuerzos. Por primera vez en su historia, gracias a los esfuerzos de UNANIMA, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha aprobado en estos últimos años dos resoluciones sobre sinhogarismo y ha adoptado un marco general común, reconociéndolo así como un problema con características diferentes según cada contexto local, pero en definitiva global. Jean Quinn formó parte del grupo de expertas y expertos que consensuó una definición que, posteriormente, la ONU rebajó a la categoría de “descripción”. Un simple “juego de palabras”, según la directora ejecutiva de UNANiMA, para quien el resultado sigue siendo básicamente el mismo.

Según el texto aprobado, el sinhogarismo no es solo “la situación en la que una persona o unidad familiar carece de un espacio habitable permanente y adecuado que permita un marco de convivencia estable y seguro”; también es “la manifestación de la pobreza extrema y del fracaso de los múltiples sistemas y de los derechos humanos”. Sinhogarismo es, por tanto, la situación en la que una persona “no tiene un lugar seguro al que llamar hogar”, aunque pueda alternar períodos en la calle con temporadas en albergues o casas de familiares y amigos. Es, a la vez, una manifestación de exclusión social –una de las más severas–, y la causa de nuevos problemas que esta situación genera.

Como colofón a esos esfuerzos, Jean Quinn tiene la esperanza de ver aprobado este mismo año la declaración de un día mundial para la erradicación del sinhogarismo. En vísperas de su llegada a Madrid para la entrega del premio “Mujer de Coraje” a Helena Maleno, la subsecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed, le comunicó que veía posible alcanzar la aprobación de la Asamblea General.

Se trata de logros que trascienden lo simbólico, a juicio de la responsable de UNANIMA. Si bien las resoluciones de la ONU no son vinculantes, sí ofrecen un asidero para un trabajo de incidencia como el que realizan las religiosas ante la ONU.

“Uno de los problemas con los gobiernos, incluyo aquí España, es que no tienen una definición de sinhogarismo. Y no quieren tenerla, porque si la tuvieran, deberían tomar responsabilidad”, reconoce Jean Quinn.

Ese es el terreno en el que se lleva a cabo su trabajo de incidencia: “Vas a hablar con un representante: ‘Te oí decir esto y esto sobre vivienda…’. Y siempre hay personas interesadas que te buscan en temas de sinhogarismo, mujeres y niños”, una vez que la entidad ha conseguido ser considerada de referencia en esas materias. “Es así como funcionan las cosas: saben que eres experta, te buscan…”.

Como clave del éxito de UNANIMA Internacional para obtener ese prestigio y reconocimiento, la responsable de la entidad sostiene que, en primer lugar, resulta esencial tener claros los objetivos. La ONU es un lugar donde puedes estar muy aislada si no tiene claro el foco; no vas llegar a ninguna parte” entre la multiplicidad de comisiones y organismos especializados en todo tipo de materias.

“Las personas sin hogar no son personas sin voz”

Como nota distintiva de la incidencia de las religiosas, Jean Quinn resaltó también su firme presencia sobre el terreno, de la mano de comunidades y organizaciones de base locales, cuyos intereses UNANIMA no se limita a representar, sino que busca siempre conseguir espacios para ellas mismas sean escuchadas, sin intermediarios.

“Las personas sin hogar no son personas sin voz; necesitan ser escuchadas, necesitan una mano amiga que se lo facilite. Por eso lo importante es dejarles su espacio”, sostiene Quinn.

UNANIMA busca “ocupar espacios de poder en nombre de aquellos que no pueden estar presentes”, y de ese modo “infundir en la conversación” sobre las diferentes problemáticas “perspectivas, experiencias y necesidades que, de otro modo, estarían ausentes”.

La combinación de conocimiento técnico y el compromiso de las organizaciones integrantes de UNANIMA con las causas que defienden sobre el terreno proporciona credibilidad. La capacidad de contar historias a partir del testimonio de las propias personas y comunidades pone rostro a esos problemas a los que se intenta dar solución, y añade una nueva dimensión esencial para la incidencia: “Es así como conseguimos lo que buscamos, que los representantes de los gobiernos empiecen a pensar con el corazón”, dice Jean Quinn.

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