Nuestra sociedad está necesitada de una “cultura del cuidado que impregne todos los ámbitos”[1]. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de la cultura del cuidado?
La cultura del cuidado significa poner la vida en el centro, cuidar la vida que es la “realidad sagrada que se nos ha confiado para que la custodiemos con sentido de responsabilidad”[2].El cuidado de la vida es esencial para el ser humano. Sin cuidarnos unos a otros, sin cuidar la vida social, sin cuidar el planeta, no podemos vivir dignamente. Es una necesidad radical de toda persona y de la vida social, porque el amor que expresa el cuidado es lo que nos humaniza. Somos para cuidar, sobre todo para cuidar la fragilidad[3].
Sin embargo vivimos en un sistema social en el que chocan la lógica de la máxima rentabilidad y la lógica del cuidado que nace del reconocimiento de la dignidad del ser humano. Desde esa lógica economicista, que desplaza a las personas y a la casa común, se organiza la vida social y se empuja a las personas a vivir para producir y consumir siempre más. Esa idolatría del crecimiento sin límites es devastadora para la vida porque lo depreda todo y descarta lo que no es rentable, sean personas o el planeta, y lo que es peor, genera un tipo de persona adaptada a su funcionamiento, deforma la libertad humana orientándola al descuido generalizado desde un radical individualismo que no siente la responsabilidad de cuidado. Con ello crece la desvinculación social que supone un profundo descuido de la vida, porque la vida subsiste donde hay vínculos, comunión, fraternidad. El ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás[4].
Cuidar el trabajo
Para cuidar la vida desde la perspectiva de la cultura del cuidado, es imprescindible cuidar el trabajo. El papa Francisco lo expresó con mucha claridad en la 109 Conferencia Internacional de la OIT el 17 de junio de 2021: “Si el trabajo es una relación, tiene que incorporar la dimensión del cuidado, porque ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado (…) Un trabajo que no cuida, que destruye la creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es respetuoso con la dignidad de los trabajadores y no puede considerarse decente”.[5]
Según esto, cuidar el trabajo, es buscar que sea humano. Es decir, que se realice en condiciones dignas y de manera que cuide la sociedad y la casa común. Un trabajo que no se realice así, no es en verdad humano.
Nos encontramos, por tanto, ante un largo camino a recorrer. Habrá que emprender transformaciones profundas y necesarias para que el trabajo vaya respondiendo a la auténtica vocación de la persona y sea “principio de vida” y no obstáculo para la vida.
Tres grandes transformaciones tendríamos que ir logrando:
1ª) Superar la lógica del máximo beneficio, “disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias que ahoga cualquier preocupación seria por la casa común o por promover a los descartados de la sociedad”[6].
2ª) Salir de la lógica del crecimiento ilimitado que choca con los límites del planeta y deforma profundamente el sentido de la vida humana. Reconocernos limitados es esencial en nuestra humanidad.
3ª) Recuperar el sentido del trabajo humano, tejiendo vínculos de fraternidad en el mundo del trabajo que implica una doble tarea:
- La reivindicación ante las instituciones políticas de decisiones para avanzar hacia un trabajo en condiciones dignas y que además responda a las necesidades de las personas trabajadoras, haciendo efectivos los derechos sociales de todas las personas y familias.
- Por otra parte, la promoción en la vida cotidiana de prácticas de solidaridad y comunión con los sectores más empobrecidos y vulnerables.
Un trabajo que cuide la casa común
Una dimensión muy importante para cuidar el trabajo es que este cuide el planeta, la casa común. El descuido del planeta es también descuido del trabajo y de la vida. Pone en serio peligro la vida en condiciones dignas de las futuras generaciones y pone también en peligro la supervivencia de la humanidad. Trabajar destruyendo el planea no es propio de la dignidad de la persona y de su trabajo, es una negación de la vocación del trabajo humano.
Muchos sectores productivos y muchos empleos están sometidos a la lógica destructiva de la productividad y necesitan cambios profundos. Señalamos algunos:
- En algunas ocasiones se trata de sectores productivos enteros que hay que ir abandonando por el daño que en sí mismos provocan, como toda la industria y producción de energía a partir de combustibles fósiles.
- También ocurre con producciones que a veces nos parecen buenas como la de las energías renovables. En no pocas ocasiones se producen de tal manera, que destruyen o contaminan gravemente territorios enteros y pisotean los derechos de las poblaciones de esos territorios en la obtención de los minerales imprescindibles para su fabricación.
- En otros casos son modelos de negocio que, en sí mismos, resultan dañinos para el planeta, como ocurre con las plataformas de venta on line con servicio a domicilio. Su negocio, con enormes beneficios, está construido sobre tres pilares insoportables:
1) una forma de distribución a domicilio altamente contaminante
2) la destrucción del comercio de proximidad causando un grave daño al tejido social y a la misma actividad económica y
3) unas condiciones laborales pésimas, con bajos salarios, grandes daños para la salud de los trabajadores y constantes trabas a la organización sindical.
Pero quizá lo más grave es que este negocio se sostiene por unos hábitos de consumo que, atrapados en la comodidad, no se hacen cargo, en absoluto, de los efectos perjudiciales de esa forma de comprar.
Avanzar en cuidar el trabajo desde la perspectiva del cuidado de la casa común, nos pide colaborar a plantear socialmente esta necesidad y a descubrir las transformaciones que implican en nuestro modelo de producción y consumo, reivindicando decisiones políticas más decididas que posibiliten la transición hacia otro modelo más sostenible que no rompa la relación entre necesidades humanas y trabajo y a la vez cambiar nuestros estilos de vida.
Concha Rodríguez Peña
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Cuidar el trabajo
[1] Papa Francisco, Laudato si,231
[2] Juan Pablo II, Evangelium vitae,2
[3] Papa Francisco, Fratelli Tutti, 115
[4] Idem, 87
[5] https://www.ilo.org/es/conferencia-internacional-del-trabajo-cit/109a-reunion-de-la-conferencia-internacional-del-trabajo-2021
[6] Papa Francisco, Laudate Deum, 31