Cuando leemos que empresas como ENDESA patentaron en el 2023 la producción de “miel solar”,[1] lo primero que se nos viene a la cabeza, es pensar que estamos un poco “locos”. Tal vez, ¿no conocemos el proceso de las abejas y su fabricación de la miel? ¿Qué hay detrás de está etiqueta?
Llama mucho la atención este nuevo “postureo” (tan de moda en muchos ámbitos sociales), también presente en las grandes empresas que quieren vender a toda costa. Pero si ello fuese poco, a nuestro entender, se manipula a los consumidores, moviendo a su vez, su afectividad, cuando en la etiqueta vemos que la misma ha sido realizada por personas con “discapacidad” (con otras capacidades, mejor dicho). En realidad, se trata de la incorporación de apicultura en sus plantas renovables. Pero la deformación de la noticia está servida.
El Observatorio de Corporaciones Alimentarias (OCA)[2] es, según ellos mismos, “la caja de resonancia que la agroindustria no quiere que conozcas”.
Está página titulada Justicia Alimentaria, llama la atención sobre diversas acciones, que entendemos NO llegan al consumidor, pero que son a la vez parte de la cotidianidad consumista de cualquier familia, y como toda acción, tiene consecuencias en otros ámbitos, económicos, políticos y sociales.
Así en plena guerra Palestina- Israel, tenemos el “sabor amargo del dátil de Israel”[3], la empresa israelí Medjool Plus a través de la empresa valenciana Fruit Capital exporta dicha mercancía, los cuales han llenado muchas casas en estas fiestas, sin saber su procedencia y la consecuencia económica de hacer más fuerte a este país ante el genocidio del pueblo gazatí.
Revisemos la procedencia de los productos, y seamos consecuentes con las acciones que hay detrás de su consumo.
Denuncia también esta Justicia Alimentaria, al “Mango que manga”[4], pues afirma que no hay agua para tanta producción en concreto en Málaga, donde se encuentra una de las plantaciones más extensas. En concreto nos referimos, según esta asociación, desde su Observatorio, a La Axarquía malagueña, la zona de mayor producción de mango de la UE, que se promociona como “El paraíso tropical de Europa”, una treta comercial para ocultar una realidad: la región oriental de Andalucía padece un estrés hídrico insoportable y su clima mediterráneo está mutando, como todo el sur y sudeste de la Península, peligrosamente a desértico. Algo que no podemos olvidar.
Por último, en este momento tan delicado para la economía valenciana, tras la terrible DANA, es la comercialización de los cítricos, de forma que se potencie la economía de la zona.
La Comunidad Valenciana vende mallas de naranjas con la leyenda VALENCIA en la etiqueta, llevando al equívoco a muchos consumidores que creen erradamente que su compra favorece el mercado local, si bien se trata de otra procedencia. ¡Volvamos a comprobar las etiquetas! Dediquemos un tiempo en nuestra compra cotidiana a ver con “otros ojos”, con una mirada más crítica.
La Comunidad Valenciana, a pesar de ser la principal región exportadora de cítricos del mundo, muy por delante de Sudáfrica, Turquía, China o Estados Unidos, según el Observatory of Econo mic Complexity, (2020), exporta el 60% de toda esa producción. El destino son los macro-supermecados de Francia, Alemania y Reino Unido. El resto, un 20% de la producción (toneladas), se destina para consumo propio y más o menos la misma cantidad se dirige a la industria del zumo. Con los datos del Ministerio de Agricultura en la mano, se puede decir sin temor al equivoco que la Comunidad Valenciana exporta el 70% de todo lo que exporta el Estado español. Dicho de otra forma, por cada cítrico que España importa, exportamos 10. Para la Comunitat Valenciana, de cada medio cítrico que importan, exportan 10.
Ahora bien, quienes controlan el mercado de la naranja valenciana son grandes holdings con participación a menudo de fondos de inversión, que funcionan con la lógica import-export. Por lo que podemos afirmar que “la naranja valenciana vuela alto” (tal como podemos leer en la web de Justicia Alimentaria), y mientras, los pequeños productores no arrancan, dadas las pésimas condiciones en las que se encuentran tras la DANA. No favoreciendo para nada la economía local, tan necesitada en este momento. Ante este importante desequilibrio nos preguntamos, ¿dónde queda la producción local y diversificada basada en la agricultura tradicional, familiar y de proximidad?[5] ¿Dónde nuestra conciencia y sentir ciudadano?
Justicia Alimentaria[6] aconseja comprar directamente la naranja al productor local valenciano de circuito corto y descartar la compra de naranjas de grandes empresas de la naranja controladas por fondos de inversión.
Con esta ONG podemos ejercer nuestro derecho a la participación ciudadana, ayudar a denunciar acciones que van en contra de aquellos aspectos de economía doméstica, compra de productos básicos, que como bien sabemos, también ayudan o no al cambio climático, la economía global, otra forma de entender la alimentación. Nos facilitan un buzón de denuncias, para que ellos hagan el seguimiento del producto detectado por los consumidores.
En la actualidad podemos comprar productos On Line, que son producidos por pequeñas empresas familiares, y que podemos encontrar fácilmente en Internet.
Así mismo existe plataforma de venta de frutas, que NO dan el CALIBRE o la apariencia para la venta al exterior, y que no llega a los mercados, siendo su estado aceptable y bueno, aunque la imagen a veces no lo sea. Alguna web especializas ayudan a reducir el desperdicio alimentario, colaboran con la economía y la salud, por la comercialización de los “naturalmente imperfecto”. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)[7] nos recomienda: “Elija frutas y hortalizas feas. No juzgue los alimentos por su apariencia. A menudo se tiran a la basura frutas y hortalizas magulladas o con formas extrañas porque incumplen unas normas cosméticas arbitrarias. No se preocupe … el sabor es el mismo. Utilice la fruta madura para preparar batidos, zumos y postres”.
Desde el 29 de septiembre de 2020 celebramos Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. Algo tal vez positivo que nos dejó la Pandemia del 2019, ya que tuvimos que “despertar sobre la forma de transformar y equilibrar la producción y el consumo”.
Desperdiciar menos, comer mejor y adoptar un estilo de vida sostenible son esenciales para construir un mundo sin hambre. Un mundo donde tal vez si exista la Justicia Alimentaria. ¿No crees? ¡Hagamos lo posible!, revisando nuestra forma de consumo y sus consecuencias, para tener o a menos intentar tener una conciencia alimentaria.
Mercedes Álvarez, ccv
Equipo Jpic
Artículo para descargar:
abril 25- Conciencia alimentaria- Descarga
[1] https://www.endesa.com/es/prensa/sala-de-prensa/noticias/transicion-energetica/miel-solar-marca
[2]https://justiciaalimentaria.org/
[3] Para firmar en contra: https://justiciaalimentaria.org/nuestras-denuncias/datiles-con-sabor-amargo/
[4] Para firmar en contra: https://justiciaalimentaria.org/nuestras-denuncias/el-mango-que-manga/
[5] Firmar en contra: https://justiciaalimentaria.org/nuestras-denuncias/la-naranja-voladora/
[6] https://justiciaalimentaria.org/quienes-somos/
[7] https://www.fao.org/newsroom/story/15-quick-tips-for-reducing-food-waste-and-becoming-a-Food-hero/es